Un paseo tranquilo en la naturaleza, una bonita ruta de senderismo es lo único que pretendíais cuando os adentrasteis en la espesura del monte siguiendo el antiguo cauce del río.
Pero se hace de noche y nadie había vaticinado la imponente tormenta que ha aparecido de la nada. A poca distancia de vosotros el río ruge con fuerza. A este ritmo, en menos de 70 minutos se habrá desbordado arrastrando todo lo que encuentre a su paso.
Agua por todas partes. Un cegador relámpago… un trueno. Más agua. Otro rayo… se rasga el cielo. El terreno se anega. Otro fogonazo… Esta milésima de segundo alcanzáis a vislumbrar una silueta. ¿Una casa? Otro trueno. La lluvia os golpea, el río crece. Sin pensarlo dos veces echáis a correr hacia lo que parece vuestro salvavidas.
Lo que aún habréis de descubrir es que la casa no es una casa cualquiera… le pertenece a La Tormenta.